La música amansa las fieras, hace crecer las plantas y hasta ayuda a las vacas a producir más leche. Ahora, además se le ha descubierto otro beneficio: ayuda a la fecundación «in vitro». Las microvibraciones que provoca la música mejoran en un 4,8% la tasa de fecundación «in vitro» de los óvulos en el laboratorio, según ha constatado un estudio del Institut Marquès de Barcelona sobre un sistema pionero que ha aplicado por primera vez en el mundo y que se ha presentado en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción (Eshre) en Londres. La reproducción asistida siempre ha buscado que las condiciones de los embriones en el laboratorio reproduzcan las del útero materno en temperatura, oscuridad y niveles de CO2, y este descubrimiento va en esa línea. Según explica la jefa de reproducción asistida de este centro, Marisa López-Teijón, las ondas musicales provocan microvibraciones que dispersan los productos tóxicos -radicales libres o amonio- de los cultivos y evitan que se acumulen, como ocurre de forma natural dentro del vientre de la madre con los movimientos peristálticos. Los sistemas de cultivo han evolucionado y actualmente los embriones se mantienen en los incubadores en el interior de micro gotas. Con todo, en el laboratorio los ovocitos permanecen estáticos y como consecuencia, los productos tóxicos que liberan se almacenan en el propio medio. Para evitarlo, algunas investigaciones recientes han aplicado vibraciones mecánicas a las placas de cultivo o bien han incorporado fluidos dinámicos a los medios de cultivo. «La novedad de este trabajo del Institut Marquès», señala la doctora López-Teijón, «está en utilizar la música como fuente de vibraciones en los embriones humanos durante su desarrollo in vitro, un sistema de fácil aplicación en los laboratorios de reproducción». Barry White, heavy, pop, clásica… El estudio «Impact of exposure to music durin in Vitro culture on embryo developtment» ha analizado 985 óvulos fecundados procedentes de 114 pacientes; los óvulos se dividieron en dos grupos y se cultivaron en dos incubadoras -una con música y otra convencional-: el primer grupo alcanzó una tasa de fecundación un 4,8% mayor. Los investigadores expusieron los óvulos a tres tipos de música de dos a cinco días durante 24 horas: música pop -a 80 decibelios-, heavy -84- y clásica -67-, con una selección de temas «aleatoria», puesto que no sabían cómo iba a influir la música en el experimento. «Parece que las células bailen», afirmó la doctora al mostrar el vídeo de una incubadora con altavoces que reproducía una canción de Barry White, un sistema también inédito que permite que los padres vean la evolución del embrión, lo que ayuda a reducir su ansiedad.