En uno de los centros deportivos más grandes de Ucrania una banda suena a todo volumen mientras un grupo de bailarinas vestidas de azul brillante, agitan los brazos.
Miles de personas de pie, cantan con entusiasmo y baten las palmas como si se tratase de un concierto de rock.
La Iglesia Pentecostal bautizada “Embajada de Dios” es un éxito en todo el paÃs.
Dice que sólo en la capital hay 25.000 miembros.
Para mucha gente, un servicio religioso que tiene energÃa positiva es algo nuevo.
“Ante todo, me gusto la música y me gustó la niña que cantaba en el escenario. Tal vez por eso regresé. Después entendà que habÃa un Dios que nos ama”, dice el profesor de matemáticas Roman Bazhok, miembro de la iglesia desde hace dos años.
Devotos polÃticos
Una de las principales razones por las que la Embajada de Dios atrae a tanta gente es el carisma de su lÃder, Sunday Adelaja.
Adelaja abandonó Nigeria escapando de la brujerÃa y para estudiar en la Unión Soviética.
Después del colapso del comunismo, el pastor Sunday -asà es como se lo conoce- abrió su propia iglesia junto con unos pocos compañeros estudiantes africanos en la capital.
Ahora, polÃticos, e incluso el alcalde de Kiev, Leonid Chernovetsky, vienen con frecuencia.
Vestido de traje verde brillante, Adelaja hechiza a su audiencia con historias sobre las tentaciones que él resistió.
Con su ruso de marcado acento, Adelaja le dice a su joven congregación que deben abstenerse no sólo de las relaciones sexuales sino también de besarse antes de casarse.
Luego, casi al borde de las lágrimas, con sus manos en el aire, dice una plegaria.
Hoy está dirigiendo su sermón a más de 10.000 personas congregadas en el mismo sitio en que el año pasado se celebraba el concurso musical Eurovisión.
La Embajada de Dios alquila este lugar una vez al mes.
Normalmente, los servicios se llevan a cabo en una sala dilapidada en una zona industrial de la capital y en otras iglesias distribuidas en todo el paÃs.
Respuesta incierta
Algunos crÃticos miran con sospecha a este movimiento evangélico y sus estrechos vÃnculos con poderosos polÃticos.