A través de la historia hemos sabido de millones de personas alrededor del mundo que le han abierto la puerta de su corazón a Jesucristo, lo que ha cambiado sus vidas, transformándolos en nuevas personas que dejaron en el pasado la vida de esclavitud al pecado (Ap. 1:5); sin embargo, también se sabe que muchas de esas personas no experimentan el mismo grado de transformación en su hogar1 porque siguen padeciendo de los mismos problemas y adversidades que antes de conocer al Señor. Dios quiere que alcancemos la transformación en todos los aspectos de nuestra vida incluyendo nuestra familia pues está escrito: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado “en todas las cosas”, y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3 Jn. 1:2). En el Nuevo Testamento encontramos los ejemplos de varias familias que le abrieron la puerta de su casa a Jesús, lo que marcó el inició de una gran bendición para ellos. Por lo anterior hermanos, así como le abrimos nuestra vida y corazón al Señor Jesús para ser salvos, es necesario que también le abramos la puerta de nuestra casa y le invitemos a que entre en ella para que la transformación que hemos experimentado también alcance a nuestra familia. Puedes descargar el libro completo en http://ebenezervillanueva.org/estudios/Jesus-y-la-familia.pdf